Nuestros antepasados estaban fascinados por
los astros y sus movimientos, conocían las estaciones, los años y los
movimientos de las constelaciones alrededor del firmamento; los romanos les
dieron a los planetas nombres de dioses al ser estos los cuerpos celestes con
un brillo más intenso, aparte de nuestra luna. Hoy en día, en las ciudades,
únicamente se observa la luna y algunos cuerpos celestes, opacados por un
brillo muy tenue, una cortina de brillo que nos impide ver la mancha de la vía
láctea.
La contaminación lumínica es el flujo
luminoso proveniente de fuentes artificiales de luz que, al propagarse mediante
reflexión y difusión en las partículas de la atmósfera, aumenta el brillo en el
cielo nocturno, opacando la visibilidad de cuerpos celestes. Proviene del uso
ineficiente e innecesario de luz artificial, del no dirigir la luz de manera
exclusiva a donde esta se necesita.
El principal afectado por esta
contaminación son todos los estudios, personas, observatorios y centros de
investigación relacionados a la Astronomía; También se sabe que la falta de
obscuridad natural desbalancea los ciclos de sueño de humanos y animales,
alterando factores psicológicos y homeostáticos.
La contaminación lumínica reduce hasta en
un 90% el número de cuerpos celestes visibles en zonas urbanas densas, como lo
son los primeros cuadros de las ciudades; Varias estimaciones apuntan que hasta
un 50% de la energía gastada en iluminación está enfocada en zonas irrelevantes
o en momentos innecesarios.
La oscuridad en el cielo nocturno es medida
mediante la Escala de cielo oscuro de Bortle, siendo nivel 1 el cielo
más oscuro existente en la tierra y 5 el cielo visto desde el centro de una
ciudad.
Algunas recomendaciones para reducir los
niveles de contaminación lumínica son:
-Alumbrado Público con pantallas especiales para dirigir el haz de luz
iluminando solo al suelo, donde es necesario (Sin cruzar la línea del
horizonte).
-Utilizar luminarias de espectro poco contaminante y alta eficiencia energética, como lo son las tecnologías LED.
-Ajustar los niveles de iluminación para atender la demanda real de esta (Dimming).
-Regular el apagado de iluminaciones arquitectónicas, monumentales, publicitarias y cualquiera que emite luz de abajo hacia arriba.
-Utilizar luminarias con detectores de movimiento en jardines, entradas, azoteas, etc. (reduciendo en un 90% el consumo energético y por ende, la contaminación lumínica producida).
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